jueves, 20 de julio de 2017

Olla de San Vicente

El río Dobra es uno de los más verticales de la orografía asturiana. Nace en la vertiente leonesa de los Picos de Europa y termina su recorrido cediendo sus aguas al Sella. A pesar de que su recorrido es corto, permite distintas opciones para disfrutar de la naturaleza. En su cuenca más alta sólo es apto para la práctica del barranquismo, creando una garganta estrecha y escarpada. Pocos kilómetros antes de su llegada a Tornín, en Cangas de Onís, el río atraviesa parajes exuberantes de Amieva. En este último tramo el Dobra se apacigua, encuentra el terreno llano y abierto por el que nosotros emprenderemos la ruta a pie.








Bautizado por los celtas como “Dubrán”, significa “agua”, el río tiene un nombre propio que le viene al pelo. En nuestra excursión descubriremos que el agua bien podría llamarse “Dobra”, porque en pocos lugares como éste se le rinde mejor tributo al líquido de la vida. Por muchas que sean las palabras empleadas y las traducciones, después de este paseo de montaña nos quedaremos con “Dobra”. Antes de llegar a la Olla de San Vicente nos iremos encontrando más pozas y ollas, profundas y claras que va llenando otro agua en movimiento, con una vitalidad extraordinaria. En nuestro pequeño recorrido nos encontramos todas las posibilidades del aseo humano: bañeras, duchas en forma de cascada, jacuzzis, piscinas… En derredor crece la vegetación, aseada y nutrida por ese mismo agua del Dobra. En nuestro camino observamos amplias manchas de bosque autóctono floreciendo en las orillas. Fresnos, arces, olmos, alisos, sauces… Según vamos ascendiendo aparecen los castañares, robledales y hayedos.






Agua y floresta en estado puro, y todo ello salpicado de montañas. El río Dobra conserva aguas cristalinas entre otras razones porque está exento de todo tipo de contaminación, no teniendo en su cuenca hidrográfica ningún asentamiento humano.






























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